Mi nombre es Puma, y este pasado verano estuve realizando un voluntariado en Kenia con Cooperatour junto a mi marido y mis tres hij@s. El viaje empezó semanas antes, ya que primero estuvimos en Watamu y en Lamu conociendo otras partes del país. Fueron tres viajes en uno que no vamos a olvidar jamás.
Watamu, Lamu y Gatanga nos permitieron conocer diferentes culturas, realidades y formas de vida. Y, sobre todo, nos aportaron un enriquecimiento personal incalculable. En Watamu visitamos dos orfanatos, Lamu nos permitió hacer un viaje al Medievo y vivir la cultura árabe dentro del contexto de la África Oriental, y el voluntariado en Gatanga fue el colofón perfecto.
¿Por qué decidisteis hacer un voluntariado en Kenia en familia?
Creímos que hacer un voluntariado en familia nos permitiría transmitir los valores de la solidaridad, la humanidad y la generosidad a nuestros hij@s. Nos apetecía vivir una experiencia diferente, no solo enfocada al ocio y el turismo. Una experiencia que nos aportara un aprendizaje fuera de nuestro día a día.
Y, sin duda, este voluntariado en Kenia nos permitió hacerlo. Fue una experiencia muy positiva y gratificante. Pese a que la semana en la que estuvimos coincidió con las elecciones generales en el país y se cancelaron las clases, pudimos crear un vínculo humano fantástico con los niñ@s de la escuela. En una semana pudimos entender la realidad social en la que vivían.
Fue un reto, ya que no había docentes y a nosotros nos correspondió hacer de profesores, cosa que nos permitió tener una relación mucho más directa con los niñ@s. Tuvimos que improvisar y liderar actividades. Organizamos, sobre todo, actividades lúdico-académicas.
La propia evolución del voluntariado nos permitió mostrar otras facetas nuestras que no conocíamos. Mi marido y yo vimos talentos de nuestros hij@s que no esperábamos, les vimos adaptarse a diferentes situaciones fuera de su zona de confort… Fue algo positivo tanto para ellos como para nosotros.
Además, la convivencia con el resto de voluntarios también fue muy enriquecedora. En la casa éramos veinte españoles, por lo que la familia se amplió aún más durante el voluntariado.
¿Qué crees que pudisteis aportar durante vuestro voluntariado?
Creo que dimos una bocanada de una nueva realidad a los niñ@s. Intentamos aportar alegría, incentivamos la parte lúdica, aunque también había tiempo para hacer clase. Siempre en un ambiente de paz y procurando transmitirles todo nuestro amor y cariño. El apoyo emocional también es muy importante. Ellos siempre mostraban simpatía, agradecimiento y curiosidad por nosotros.
Considero que en un voluntariado de este tipo tú das, te entregas, pero también recibes un montón. Y sin esperar nada a cambio. En el mundo occidental todo está dirigido a recibir algo de retorno. En este caso, actúas porque tienes ese espíritu de querer ayudar a la gente. Recibir algo a cambio no es la premisa de entrada.
Además, también empatizas con el otro. Mis hijos se daban cuenta de lo inteligentes que eran esos niños. Pero la falta recursos no les permite explorar esos talentos. Te hace darle más valor a la injusticia social, ya que, a pesar de tener esas capacidades, seguramente les tocará vivir una vida de supervivencia.
¿Qué valores os aportó vivir esta experiencia?
Valoras más lo que tienes. Y la palabra en mayúsculas es, sin duda, la solidaridad. Dar hasta donde puedes y compartirlo con los demás. Te das cuenta de que no eres del centro del mundo y de que hay gente que lo necesita mucho más que tú. Es una experiencia que deja poso, y yo creo que mis hijos la arrastraran durante mucho tiempo. Ahora me gustaría que empezaran a vivir este tipo de experiencias solos.
Obtienes más de lo que puedes esperar. Sobre todo en la parte humana, en el trato. En Kenia vimos paisajes maravillosos, hicimos safaris para ver animales, pero, sin lugar a dudas, yo me quedo con la vivencia del contacto humano.
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